En
su obra “El niño, el secreto de la infancia”, Montessori insiste en la
necesidad de un conocimiento científico del alma del niño, pero rechaza la idea
de que el conocimiento haya de ser rígido y mecánico para ser científico. El
maestro debe ser científico y místico, si quiere ser descubridor del secreto de
la infancia y sabio guía de su desarrollo.
Así
se expresa M. Montessori: “Tratemos de infundir en una misma alma, el espíritu
de áspero sacrificio del científico y el del éxtasis inefable del místico, y
tendremos perfectamente preparado el espíritu del maestro”.
IDEAS PRINCIPALES QUE SE
DERIVAN DEL TEXTO:
·
El
niño es un ser particular, cualitativamente distinto del adulto.
·
El
niño posee unas energías que tienden al auto desarrollo.
·
El
niño posee un puro y profundo amor que carece de dureza y de cálculos (ésta es
su diferencia fundamental con el adulto).
·
El
adulto no debe intervenir abusivamente en el desarrollo del niño ya que puede
anular sus fines innatos.
·
Con
el material finamente seleccionado y dispuesto para cada sentido se buscaba
directamente la educación de los sentidos y la inteligencia, y de modo
indirecto, el preparar para el aprendizaje de los elementos básicos de la
cultura, como son las técnicas de la lectura, escritura y cálculo.
·
El
adulto debe renunciar a sus propias necesidades y adaptarse a las condiciones
del niño, para ayudarle a sus finalidades.
·
El
adulto no comprende y no tiene noción de la actividad motriz del niño y se
limita a impedir esta actividad.
·
Los
padres se tienen que organizar para restituir los derechos del niño en la
escuela y a su vez la sociedad debe velar porque la familia esté preparada para
recibir y cuidar a sus hijos.
·
La
razón de las desviaciones es que el niño no ha podido realizar el plan
primitivo de su desarrollo.
·
El
niño sabe que a través del adulto puede actuar para conseguir algo, ejemplo de
esto tenemos los caprichos...
·
Hay
dos trabajos imprescindibles en la humanidad: el que le corresponde al adulto y
el que le corresponde al niño.
·
El
niño no sigue la ley del esfuerzo mínimo como el adulto.
En definitiva:
“EL
HOMBRE DEBE APRENDER DEL NIÑO PORQUE ESTE POSEE EL SECRETO DE LA FINALIDAD
ÚLTIMA DE LA HUMANIDAD.”
La finalidad educativa:
El
hombre nuevo que busca Montessori tiene que surgir en la medida que se supera
el conflicto entre el niño y el adulto. El niño posee una potencialidad
psíquica que debe tenerse en cuenta a fin de no estorbar la autoactividad
creadora que le impulse su propio desarrollo.
La
educación tiende, a través del autodesarrollo personal, al desarrollo de un
mundo civilizado; se trata de un cultivo de la ética de la actividad, del
trabajo ordenado, de la autodisciplina.